jueves, 1 de julio de 2010

Reivindicando la simpleza

En ocasiones opto por hacer caso a mis recomendaciones para los demás; y como estaba un poco harto y hastiado de todo pues he optado por cambiar un poco de hábitos; aprovecho las tardes para irme a la playa (es probable que en esta semana haya ido más a la playa que en muchos veranos completos de años anteriores).

Mis visitas a la playa son bastante simples, llego, me descalzo, me meto en el mar, nado una hora u hora y pico, salgo del mar, me calzo, me ducho y me voy. Después para rematar la jornada suelo irme al gimnasio un rato.

Y se quiera o no, ese pequeño cambio altera los biorritmos y los estados de ánimo; son esos pequeños detalles que en tantas ocasiones he dicho que marcan las diferencias; Durante el viaje (poco más de 100 kilómetros entre ida y vuelta) aprovecho para escuchar un poco de música y abstraerme. Simple, sin ningun tipo de complicación; así deberían de ser la mayoría de las cosas que nos ocupan.

Cada uno con sus ocupaciones y con sus cosas, pero teniendo siempre presente que hay personas a las que les importamos, que nos aprecian, nos quieren y se preocupan por nosotros. Sin ningún lugar a dudas eso es lo más importante, ser agradecidos y conseguir transmitir a esas personas lo importantes que son en nuestras vidas. Hay que saber distinguir lo importante de lo que es supérfluo... y hay muchas cosas que lo son.

Son descubrimientos que se hacen con el tiempo.

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