martes, 13 de julio de 2010

La naranja mecánica

Se ha hablado y opinado mucho sobre la final del Mundial de futbol de ayer. Se ha criticado (internacionalmente) la propuesta tan discutible de Holanda para afrontar el encuentro.

Desde luego no seré yo quien justifique la actitud de un equipo que se dedicó a dar patadas a los jugadores españoles más que al balón. Muchas de esas patadas fueron auténticas salvajadas y la suerte fue que ningún jugador español terminase lesionado.

Holanda ha sido un mito de fútbol y talento desde Johan Cruyff a esta parte. Holanda con esa propuesta futbolística basada en la excelencia perdió dos finales de Campeonato del Mundo. Al cabo de apenas una década había otra excelente hornada de jugadores holandeses: Gullit, Van Basten, Rijkaard, los hermanos Koeman, Wouters o Hans Van Breukelen. Estos consiguieron ganar la Eurocopa de 1988.

La siguiente gran hornada holandesa con Seedorf, Kluivert, Overmars, Bergkamp, los hermanos De Boer...

Hasta ahora... esta holanda no tiene ni por asomo el talento de los anteriormente citados y no tiene ese concepto futbolístico basado en la calidad. Han heredado una fama que realmente ni se merecen ni les corresponde. Por eso no acabo de entender muy bien la sorpresa que causó su planteamiento de ayer.

De todas formas lo lamentable de la cuestión fue la connivencia arbitral con el juego propuesto por Holanda. El mito del carácter dialogante de los árbitros ingleses no deja de sere una excusa para justificar que los partidos no acaben 7 contra 5.

Lo que no se puede ocultar en realidad es que independientemente de que el resultado haya recompensado a España... el interés y el nivel futbolístico del Mundial ha sido bastante decepcionante. Salvo España en algunos momentos, Alemania y algunas cosas de Uruguay y Holanda... el nivel del resto de selecciones ha dejado bastante que desear.

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