martes, 8 de junio de 2010

Mens sana in corpore sano

No se cual o cuales fueron los motivos que me llevaron a apuntarme a un gimnasio; intentando hacer memoria no soy capaz de visualizarlos; tuvo su gracia porque pocos días después de apuntarme fui al médico y estuve 3 meses de baja y sin apenas poder hacer ningun tipo de actividad física.

Una vez tuve el alta volví al gimnasio; y desde ese momento ha transcurrido más de una año de asistencia regular practicamente ininterrumpida; sin lugar a dudas he ganado en fuerza física y en desarrollo muscular... eso es algo que entraba en los cálculos, le dedico bastante tiempo y de forma bastante intensa. Pero si algo he ganado realmente ha sido capacidad de concentración, de abstracción y de relajación.

Mover decenas de kilos de hierro en torno a tu cuerpo requiere de una capacidad de concentración realmente salientable debido a que cualquier mínimo descuido o error puede provocar un daño considerable. La relajación viene dada por el grado de autocontrol adquirido... si puedo controlar más peso que el de mi propio cuerpo eso me permite dominar cualquier tipo de situación.

Aunque parezca extraño, es un lugar donde consigo pensar con lucidez... me encuentro "sólo", concentrado en mi y eso provoca que sea capaz de discriminar los pensamientos lógicos de aquellos poco fundamentados. Me abstraigo de tal forma, que muchas veces me cuesta ser consciente de que me están hablando...

Resulta curioso ver que el ejercicio físico en este caso es también un extraordinario ejercicio de salud mental.

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