domingo, 20 de junio de 2010

La casa del dolor.

El título de esta entrada se refiere al estadio de Carisbrook en el que los All Blacks jugaron ayer su último partido (el ultimo partido en ese estadio). El rugby es un deporte que se alimenta de códigos y de leyendas y en este estadio el 15 del helecho ha jugado 37 partidos desde 1908 y solo ha cedido 5 derrotas y un empate. Por 42 a 9 ganaron los neozelandeses a Gales con un Dan Carter de "dulce" anotando 27 de los 42 puntos.

Siempre he encontrado en el rugby un simil con mi modelo vital, basado en los mismos códigos de honor y en la misma limpieza que yo siempre he propugnado. Me apasiona porque me siento reflejado en la fuerza de la mano de la nobleza, de batirse el cobre para al final acabar festejando y disfrutando como amigos.

Son valores perdidos y que me cuesta asimilar que ya no están, que aquellas pautas por las que yo me he guiado simplemente han desaparecido.

Utilizando una expresion de Arturo Pérez-Reverte en su artículo "Sobre guillotinas y catedrales":"Soy, además, natural de una tierra históricamente enferma, con un alto porcentaje de hijos de puta por metro cuadrado".

Razonaba yo en un comentario a la entrada "Homo, homine lupus" que a falta de "villanos" nos daríamos a los hijos de puta que abundan más y que con ellos la nobleza no obliga a nada. Pues lo dicho, que queda muy bien, muy elegante, caballeroso y noble seguir en la brecha aún cuando se tienen todas las de perder para que después algún mezquino, miserable, villano, hijo de puta o como quieran llamarle se lo acabe llevando sin mérito alguno.

Para desdramatizar y seguir saldando deudas, este fin de semana he vuelto a asediar el castillo de los Sarmiento, vuelto a Allariz, asaltado los restos del monasterio de Melon, visitado el de Xunqueira de Ambía, entrado finalmente en Santa María a Nova y he depositado mis reales en el Castro de Baroña... Más o menos.

Buscando siempre conocer, reconocer, descubrir, redescubrir y compartir algo nuevo e interesante.

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