jueves, 10 de junio de 2010

El estudiante de Salamanca.

Segundo don Juan Tenorio,
alma fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reñidor,
siempre el insulto en los ojos,
en los labios la ironía,
nada teme y todo fía,
de su espada y su valor.

Corazón gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y hoy despreciándola, deja
la que ayer se le rindió.
Ni el porvenir temió nunca,
ni recuerda en lo pasado,
la mujer que ha abandonado,
ni el dinero que perdió.

Ni vio el fantasma entre sueños
del que mató en desafío,
ni turbó jamás su brío
recelosa previsión.
Siempre en lances y en amores,
siempre en báquicas orgías,
mezcla en palabras impías
un chiste a una maldición.

En Salamanca famoso
por su vida y buen talante,
al atrevido estudiante
le señalan entre mil;
fueros le da su osadía,
le disculpa su riqueza,
su generosa nobleza,
su hermosura varonil.

Que su arrogancia y sus vicios,
caballeresca apostura,
agilidad y bravura
ninguno alcanza a igualar
que hasta en sus crímenes mismos,
en su impiedad y altiveza,
pone un sello de grandeza
don Félix de Montemar.

1 comentario:

  1. Lo del sello de grandeza, suscribo. Ahora te digo una cosa, las mujeres han cambiado algo desde entonces... Suelen hacerse chaquetas con las pieles de los Montemares esos.

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