lunes, 17 de mayo de 2010

El orden natural.

He aquí la tercera entrega de las reflexiones iniciadas con Ideario y Lo que queda por vivir.

He pasado mucho tiempo intentando demostrar cosas a la "masa"; el "ser social" me llevaba al empeño por demostrar y buscar el reconocimiento en muchas de las actividades que he llevado a cabo. Aun en caso de obtenerlo, nunca era ni satisfactorio ni suficiente... siempre había margen de mejora lo que estaba bien podía estar mejor y lo que estaba muy bien podía conseguir la perfección. La absurda competitividad con otros, con cualquier individuo desconocido de la "masa" debe servir de acicate para mejorar, para competir... Es absurdo, la satisfacción personal no procede de ser "mejor" que otros por varios motivos: el fundamental es el estado de tensión permanente que provoca esa competitividad; pero también cabría destacar la escasez de miras que ello conlleva.

Hay una teoría que sostiene lo siguiente: "Busque un tema de estudio lo más raro que se le ocurra, dedíquele una año de aprendizaje continuado y al cabo de ese año será usted uno de los diez mayores expertos del mundo sobre el tema que ha elegido"; lo que nadie analiza es si todo ese esfuerzo, toda esa dedicación a usted le va a aportar algo.

En muchas ocasiones me he dejado llevar por ideas "faraónicas" que finalmente no me han aportado nada. Con el tiempo he aprendido que es en los pequeños detalles en donde se encuentran las claves para el conocimiento personal. Y como ya he escrito con anterioridad considero que ahí se encuentra la clave del "ser social"... de las posibilidades de relacionarse de forma satisfactoria con el "medio" que nos rodea. No somos individuos estancos, evolucionamos con las experiencias adquiridas y como tal nuestro propio "yo" tiene que actualizarse para no convertirse en anacrónico.

La clave se encuetra en darnos importancia a nosotros con respecto a nosotros no respecto a los demás; soy mi propio sujeto y ahí es donde focalizo mi interés para qe una vez conocido ese sujeto se pueda conocer a otros y valorarlos de forma justa.

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