lunes, 10 de enero de 2011

Cementerios

No recuerdo (y la verdad es que no me apetece dedicarme a buscar) si alguna vez he hablado en este espacio de los cementerios; supongo que lo habré hecho porque son lugares que me parecen además de agradables, curiosos y muy interesantes a la visita.

Los cementerios muestran al mismo tiempo las desigualdades relativas a la vida y la igualdad absoluta que supone la muerte. Desde las más pobres y anónimas tumbas o fosas comunes (que también existen sin que tengan porque implicar necesariamente nada violento) hasta los más ostentosos mausoleos.

Siempre he sido más propenso a visitar cementerios de pequeños pueblos, aldeas o parroquias por un motivo muy simple: suelen estar alrededor de la iglesia parroquial. Con lo cual, mientras se visita la iglesia es practicamente obligatorio darse una vuelta por el cementerio.

Soy de los que no tienen ningún reparo en andar por encima de las tumbas y lápidas (evidentemente con precaución) porque no creo en que le esté faltando en lo más mínimo al respeto a nadie.

Son lugares que inspiran calma, sosiego, reflexión y sobre todo una enorme vitalidad.

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