jueves, 16 de diciembre de 2010

Clio

En muchas ocasiones nos empeñamos en negar las evidencias y por mucho que nos cueste reconocerlo caemos en contradicciones perfectamente evitables.

Viene todo esto a que tras varios años de "abandono" hoy he vuelto a los brazos de Clío... Y no lo puedo evitar, lo he pasado realmente bien haciendo y deshaciendo a mi antojo. Disfrutando del magisterio de personas muy admiradas como miembros de la academia y apreciadas como amigos.

Hay cosas con las que nunca comulgaré, como la excesiva autocomplacencia de algunos de estos próceres, que viven de espaldas al mundo real. El puesto y el sueldo llevan a perder la perspectiva de la realidad en muchos casos y eso está condenando a la disciplina a tener que convivir con muchos dinosaurios y otras especies que ya deberían estar extinguidas hace mucho tiempo.

Por lo demás no resulta fácil repetir una y otra vez la explicación de que has sido "infiel" a la academia y la has abandonado porque chocabas contra sus poderes preestablecidos. Que uno, otra cosa no, pero lleva bastante mal aquello de que le digan que las cosas son o se hacen asi porque yo lo diga... Es ese un traje que me va muy pequeño de costuras y antes de montar la que no está en los escritos pues uno prefiere hacer mutis por el foro y borrarse del mapa.

Pero de vez en cuando a uno le pueden cierta nostalgia y cierto orgullo y se lanza al ruedo a demostrar que aun hay clases y clases y que si me silban el corrido yo le pongo la letra; que las grandes plazas están para salir a torear en ellas y que si alguien es mejor que uno pues solo tiene que demostrarlo y se le reconocerán el valor y los méritos.

A uno le brotan las ideas y las ganas de escribir y en algun breve instante siente cierta nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue; pero enseguida recupera la perspectiva de que habiendo disfrutado de lo que correspondía... bien hecho estuvo.

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